
La esperanza se trenza al alma,
como se trenzan las estrellas a la noche,
fieles, silenciosas,
bellas, misteriosas.
Guían, recuerdan, invitan,
acompañan, abren, escuchan,
velan, aguardan, cantan.
Las estrellas evocan
en cada titilar,
la patria púrpura
de nuestra sangre,
el sumo azul
de nuestro aliento.
La esperanza ilumina el alma
dentro de la implacable obscuridad,
como la humilde vela,
con su llama,
descubre la faz
y muestra la esencia,
en un sutil arder,
en una delicada calidez.
La esperanza mora
en el constante latir
del corazón humano,
como vive en el universo
el sol inapagable,
donando sus rayos,
dando su primordial calor,
conduciendo la sinfonía
que toca nuestra existencia
en las partituras sagradas
de la música de la libertad.
Iris Leal
