Un canto interminable eres,
agua dulce y transparente,
siempre en movimiento sin detenerte,
agua sagrada que del cielo desciendes.
Camino cristalino en delicada calma,
blanca es en la cascada tu fuerza,
espejo del cielo que siempre avanza,
de minerales y limo a veces enturbiada.
Donadora, donadora, donadora,
del altruismo reina consagrada,
pues eres manantial de vida,
angelical sangre azul purificada.
Tu humildad es conmovedora,
aceptas del cántaro sus formas,
al recogerte con mis palmas,
tiernamente en mi te apoyas.
Cuando el dolor me ha desgarrado,
de mi corazón has brotado,
y has estado conmigo, a mi lado,
mostrándome el poder real del llanto.
Cuántas veces las olas del océano,
en su efervescente e incansable coro,
maternalmente bajo el manto obscuro,
mis profundos temores han mecido.
En el útero has sido cobijo,
nutriendo de espíritu el cuerpo,
en el portal de la muerte te encuentro,
guiando mi ser por tu río divino.
Un canto interminable eres,
agua dulce y transparente,
siempre en movimiento sin detenerte,
agua sagrada que del cielo desciendes.
Transformación,
esperanza,
unión,
libertad,
amor.
Iris Leal