
La relación con nuestra madre es el vínculo más profundo y sagrado que existe, pero también puede ser una de las heridas emocionales más complejas de sanar. Sanar con mamá es reconciliarnos con la vida misma, es abrir el corazón para permitir que la energía del amor fluya libremente en nuestro interior.
Esta carta es una invitación a iniciar ese proceso desde la humildad, la aceptación y el reconocimiento del amor que nos une más allá de las experiencias vividas.
Madre, hoy elijo sanar contigo para poder vivir mi propia vida en armonía.
Eres el canal que elegí para llegar a esta experiencia terrenal. Te escogí porque eras perfecta para mi evolución, aunque por mucho tiempo me costó comprenderlo.
Gracias, mamá, lo hiciste lo mejor que pudiste con lo que tenías y con lo que sabías.
Mi niña herida ha estado resentida contigo durante años. Te cerré mi corazón creyendo que con eso protegería mi propia fragilidad. Pero ese muro que levanté para protegerme solo me ha mantenido atrapada en el dolor, impidiendo que el amor fluya entre nosotras. Hoy reconozco que ya no quiero seguir cargando ese dolor.
Sé que no soy tu víctima. Comprendo que cada decisión que tomaste fue desde tu propio nivel de conciencia, con las herramientas que tenías en ese momento. Y desde esa comprensión, decido liberarme de la expectativa de haber recibido un amor perfecto, para abrirme a recibir el amor tal como tú me lo supiste dar.
Reconozco a la niña herida que vive en mí, esa niña que por tanto tiempo ha clamado amor, validación y reconocimiento. Hoy la abrazo con ternura, le doy todo lo que no recibió y le prometo cuidarla con amor incondicional.
Me alejé de ti creyendo que así evitaría el dolor, pero la distancia solo profundizó mi vacío. El sentir que no era suficiente, que no era vista, que no era amada tal como soy, me llevó por la vida buscando afuera lo que solo puedo encontrar dentro de mí. He mendigado amor a través de complacer, de ser la buena, de dar más de lo que tengo, de buscar aprobación, de aceptar abusos y de sufrir por lo que los demás piensen de mí.
Pero hoy, mamá, decido soltar esa búsqueda externa.
Hoy estoy decidida a consolar a mi niña herida y reconectarme contigo porque sé que solo al tomar a mi madre en el corazón, puedo tomar la vida plenamente. A través de ti, me reconecto con mi fuerza interior, con mi poder creador y con la abundancia infinita de la vida.
Pido al Gran Espíritu que me permita verte como la mujer que eres, más allá de mis juicios y expectativas. Que pueda aceptar todas tus decisiones tal como fueron, sin dolor, sin resentimientos, sin esperar que seas diferente. En la medida que te acepto, me reconcilio conmigo misma, porque tú eres la semilla de donde vengo y la raíz que sostiene mi existencia.
Mamá, tú y yo somos una.
Mamá, tú y yo somos una.
Mamá, tú y yo somos una.

Yo no soy más grande que tú, ni tengo derecho a juzgarte. Tú eres el mar y yo el río que nace de ti. La vida y la madre son más grandes que uno, y ante ello solo queda rendirse con humildad, aceptar y agradecer.
Este es un trabajo interno que hago cada día, sin esperar que tú cambies, sin esperar que lo veas o lo reconozcas. Lo hago por mí, por mi libertad, por mi sanación y por toda nuestra descendencia.
Te honro, mamá. Te respeto tal como eres, con todas tus luces y todas tus sombras. Gracias por haberme dado la vida. Te libero de cualquier expectativa y me libero a mí misma de las cargas que no me corresponden.
Hoy suelto el peso de tu historia para escribir la mía. Ya no soy la niña que espera ser amada, ahora soy la mujer que se ama a sí misma.
Puedo alejarme de ti físicamente si así lo necesito, pero nunca más te alejaré de mi corazón. Porque tomar a la madre es tomar la vida, es abrazar la nutrición, la ternura, la protección, la abundancia y el amor incondicional.
Te prometo que voy a ser feliz, mamá. Que voy a amarme más que a nada en este mundo. Que siempre me rodearé de personas que me valoren, me respeten y me amen tal como soy. Que creeré en mí, que confiaré en mi poder y que cumpliré mis sueños desde el gozo, la libertad y la autenticidad.
Tomo la vida con todo lo que es.
Te honro y te bendigo, madre.
Tú eres la grande y yo soy la pequeña.
Te pido permiso para hacerlo diferente.
Estoy lista para cambiar la historia de nuestro linaje.
Me siento feliz de ser quien soy, me amo con todo mi corazón y disfruto inmensamente estar viva.
Gracias, mamá, por haberme dado la vida.
Con amor,
Una hija que sana para florecer

Sanar la relación con mamá es un acto profundo de amor propio y libertad. Al reconciliarnos con nuestra madre, nos reconciliamos con la vida, con nuestra propia esencia y con nuestra capacidad de crear una nueva realidad para nosotras y para las generaciones que vienen.
La verdadera sanación ocurre cuando dejamos de esperar que mamá cambie, y comenzamos a darle a nuestra niña interior todo lo que siempre esperó recibir.
Hoy es el día para tomar la vida, tomar a mamá y empezar a vivir desde el amor.
Mamá, gracias.
Te honro, te bendigo y te llevo en mi corazón.
Compartido con amor
Andrea 🌸
Puedes contactarme al WhatsApp +54 9 3573 499771
———————————————————
✔️Síguenos para no perderte nuestro contenido